Mi madre y yo solemos desayunar juntos un día a la semana y siempre me hace reír cuando me cuenta anécdotas y experiencias vividas a lo largo de su vida profesional. Pero no solamente me hace reír, me enseña, me inspira y me alerta y siempre dice que le gustaría que su experiencia profesional me sirviera como base y que el camino que ella ha recorrido, si me sirve y lo quiero aprovechar, me sitúe en una posición de ventaja. Pero siempre me insiste en que lo adapte a mi estilo y a mis circunstancias, y la veo tranquila porque ella confía en mi y da por supuesto que así lo haré. Mi madre y yo tenemos buena comunicación. Pienso que es una buena maestra.
Hablamos de muchos temas diferentes, intercambiamos opiniones, exponemos situaciones y nunca discutimos, no nos gustan las discusiones, nos respetamos y aceptamos el estilo y las opiniones de cada uno. Somos diferentes y parecidos y los dos somos apasionados del marketing, de la comunicacion, y del branding.
Pertenecemos a dos generaciones diferentes, con puntos de vista distintos, y con estilos en muchas ocasiones opuestos. Y de ahí que nuestros desayunos sean tan entretenidos.
Y así fue como en una de esas mañanas se nos ocurrió la idea de que quizás podríamos compartir esos momentos divertidos con todos aquellos que nos quieran seguir.
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